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Esta obra perteneciente a la colección contemporánea del museo forma parte de un conjunto fotográfico mayor denominado Ritmos primarios. En una primera instancia, esos trabajos circularon vía correo electrónico, a modo de eventos e invitaciones ficticias, con motivo de generar interés en los receptores, con quienes además se generó cierta interacción, en algunos casos.

En este díptico sin título “[…] sensaciones, momentos, recuerdos, sueños son montados en un escenario para conducirnos por los senderos confusos de un espectáculo del alma. En su travesía nos aguardan acciones primarias, plurales que desbordan el todo dando cuenta de una búsqueda constante casi desesperada del sentido de las cosas, del tiempo y la verdad. […] Ritmos primarios son aquellos movimientos internos individuales y/o externos colectivos que expresados en acciones reflejan el estado más puro y despojado en que nos conectamos solos o en conjunto con las cuestiones del mundo y de la vida. Acciones primarias que se repiten como ritmos devolviéndonos el conocimiento de nuestro ser, haciéndonos vivir la auténtica sensación de nuestra existencia tan finita como válida, tan etérea como verdadera. Ritmos primarios es solo sentir ese reconocimiento que nos hace saber que somos parte de una vibración, que no es ajena, que funciona en un imaginario que nos traslada más allá del tiempo y el espacio. El suceder del hombre en su esencia primaria acompaña su paso por este escenario histórico. No se resigna a lo impuesto. En un gesto ritual se pierde por salir a la luz.”[1]

Asimismo, en 2014 Aveta volvió a nominar otra propuesta bajo el título Ritmos primarios, la subversión del alma. Nuevamente, un paisaje urbano ofició de escenario de sus representaciones pero, esta vez, para referirse a las trágicas jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001, en Argentina. Producción fotográfica —y video— que indaga otras posibilidades del lenguaje y que toma como materia prima los registros audiovisuales y de fotografías, de lo sucedido en aquel entonces.

 

 

[1] Conversaciones entre el artista y el museo vía correo electrónico, 4 de octubre de 2005.

 

Mayo de 2024

 

 

 




Aveta, Hugo

Córdoba, 1965
Vive y trabaja en Córdoba

Su obra ingresó en la escena del arte en la década del 90.

La historia, el tiempo y la memoria son los ejes que rigen su producción, desplegada principalmente a través de la fotografía pero también del video y de la instalación, tomando como insumo archivos gráficos, fotográficos y audiovisuales.

Con una madre pintora y un padre arquitecto, Aveta tomó contacto con el ámbito artístico desde pequeño. Estudió Cine y Arquitectura en la Universidad Nacional de Córdoba pero se dedicó por completo a la fotografía. Medio de producción que conoció a través de los cursos realizados por su hermana.

Su participación en la exposición “Fotografía argentina. La joven Generación”, en el Museo Nacional de Bellas Artes y la publicación de su producción en Fotografía Argentina Actual Dos (1997) fueron el puntapié inicial del itinerario artístico de Aveta.

En 2001 fue becado por el Fondo Nacional de las Artes para la realización del proyecto Teatro Aveta. Participó en las residencias: Photoquai del Musée du Quai Branly, París (2012) y la del Museo de Arte Contemporáneo de Val de Marne de París (2019). Entre otros reconocimientos, cabe destacar: Primer Premio, Bienal de Fotografía Arte x Arte (2012), Primer Premio Petrobras, Buenos Aires Photo (2007) y Primer Premio de Honor, Salón Nacional de Artes Visuales de la República Argentina (2002).

Su obra es reconocida tanto a nivel nacional como internacional. Forma parte del Parque de la Memoria de Buenos Aires, de colecciones públicas y privadas.

Participó en la II Bienal del Mercosur (1999), Bienal del fin del mundo y de Photoquai (2009), de Fotografía de Paraguay (2012) y de Curitiba (2013). Ha sido expuesta en Argentina, Brasil, Paraguay, Ecuador, Colombia, Venezuela, Guatemala, México, Estados Unidos, Bélgica, Francia, España, Alemania, Suiza, Holanda.




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